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37 ESTUDIOS DE DIASPORA AFRICANA, AFROAMERICANOS

Mónica Carillo, Center for Afro-Péruvian Studies; Studies on the African Diaspora and Afro-Americans

Existen avances diferenciados entre los estudios sobre pob­la­ción afrodescendiente de la región, siendo Brasil y Colombia los países latinoamericanos que presentan mayor desarrollo al re­spec­to. Con respecto a la reunión “Conversations for sustaining Black Stud­ies in the 21st century” compartimos los siguientes com­en­ta­ri­os:

Diversidad de Conceptos y Enfoques.

Como se señaló anter­i­or­men­te existen diversas terminologías utilizadas: Diáspora Africana, Estudios Negros, Estudios Afroameri­canos. Según lo explicado por los expositores esto visibiliza las di­ver­sas perspectivas en el mo­men­to de la creación de los pro­gramas, pero actualmente existen más similitudes que diferencias ya que los en­foques tienden a uni­ficarse.

Una de las observaciones fue que los Estudios Afroamericanos son sinónimos de Estudios Afroestadounidenses, ya que no se in­clu­ye a las demás naciones americanas. Ante esta observación los pro­fesores dieron dos tipos de respuestas: que era una cuestión de terminología ya que en inglés no existe la palabra afroesta­douni­dense; hasta el reconocer la ausencia de una visión incluyente de las otras naciones americanas.

Se señaló que actualmente existe la tendencia de incluir a los in­migrantes y a los afrolatinos como tema-objeto de estudio. La Uni­versidad de Texas mostró una perspectiva que respondía de mejor manera al sentido “diaspórico”, es decir, que analizaba la di­áspora africana conectada visiblemente con América del Sur. El pro­­grama de la Universidad de Florida también enfatiza esta per­spectiva, influenciado por el contexto de Miami donde hay impor­tan­te presencia de inmigrantes de Centroamérica y El Cari­be.

Necesidad de Reorientar las Perspectivas a Través de la Concertación

Estas diferencias implican también una comunicación poco fluida entre los programas. Uno de los puntos neurálgicos fue cómo conectar estos estudios con la vida cotidiana de la población, es decir, cuál es la utilidad y cómo desde la academia se puede pro­mover la eliminación del racismo estructural que viven las co­mun­i­dades afroestadounidenses — o en todo caso, afroameri­canas que viven en los Estados Unidos.

Se evaluó la importancia de haber construido nuevos refe­rentes especialmente a través de las ciencias sociales, lo que origi­nó el desarrollo de una nueva generación más conciente de sus dere­chos, de su aporte a la construcción de la nación gracias al acceso a estos programas.

Los Límites de las Acciones Afirmativas

Estos programas de estudios nacen como parte de las acciones afirmativas que tienen el objetivo de visibilizar el aporte de la población afroestadounidense y generar nuevos paradigmas de conocimiento. Las acciones no fueron sólo la creación de los pro­gramas, sino la existencia de cuotas en diversos espacios de par­ti­ci­pa­ción, la inversión económica en proyectos de investiga­ción. Ac­tu­almente existe una tendencia de los jóvenes — gen­e­ral­mente hijos y nietos de la primera generación que accedió a las cuotas — a no querer recordar aquello y desconocer la im­por­tan­cia histórica de las acciones afirmativas.

Esto a su vez responde a una estrategia desarrollada por quie­nes están en contra de las cuotas, que agreden a los afro­de­scend­i­en­tes señalando que su ascenso social o educación no es producto de su capacidad intelectual, sino por el privilegio ganado por las ac­ciones afirmativas. Al estar debilitado el movimi­ento afro­es­ta­doun­idense por los nuevos temas que condicionan su agenda y es­tar inmersos en una lógica de extremo neoliberalismo e in­di­vid­u­al­is­mo, no existe el sentimiento colectivo de unidad que promovió que se desarrollen las luchas por los derechos civiles y po­lít­icos.

Orientación y Optimización de los Recursos Económicos

Este tema tuvo importante peso en la discusión que fue plan­te­a­do por los responsables administrativos de algunos de los pro­gra­mas académicos.Las tensiones entres las diversas áreas de las uni­ver­sidades y la necesidad de debatir internamente para que el peso de los estudios sobre diáspora africana no sólo responda a una ne­ces­idad diseñada desde las acciones afirmativas y el movimiento político, sino con la importancia y el espacio que tienen otros es­tu­di­os y disciplinas.Desde los anfitriones se discutió la importan­cia de iden­tificar cuáles eran las orientaciones, no sólo en temática sino en perspectiva y enfoques.

Estableciendo Paralelismo

Sobre los temas señalados anteriormente brindaremos algunos comentarios encaminados a conectar este importante debate con América del Sur.

Los estudios sobre población afroamericana en América del Sur tienen matices diferenciados. Remontándonos a la historia cita­rem­os algunos de los comentarios de Jesús Chucho García el ar­tíc­u­lo “Encuentro y desencuentros de los “saberes” en torno a la afri­can­ía “latinoamericana”[1], donde señala que han existido tres en­foques determinantes en los estudios sobre la africana en las Amé­ri­cas: El primero es un enfoque con tendencia “instrumental ci­en­tí­fica” que objetualiza a los afrodescendientes que aparente­men­te no tenían conocimiento de su cultura, desconociendo sus aportes a la independencia de sus países y que existieron africanos que re­gres­aron a África en lo que denomina “diáspora del retorno”. El se­gun­do es el enfoque intelectual con referentes sal­pi­cados de ex­otis­mo, desprecio a otras culturas y muchas veces de endorracismo. El ter­cero es desde el reconocimiento como sujeto afrodescendiente, que reflexiona sobre sus propias practicas y las sistematiza.

Tratando de retomar algunos elementos planteados en la dis­cus­­ión realizada por los académicos estadounidenses en la reunión señalada, planteamos las siguientes ideas:

Diversidad de enfoques y contextos. Como hemos señalado an­ter­ior­mente, existe una estrecha relación entre las corrientes acadé­mi­cas de estudios sobre diáspora africana y el movimiento político afro­de­scend­iente, ya que el desarrollo académico ha sido impul­sado por el movimiento a través de dos ejes: la existencia de polí­ti­cas públicas que por un lado garanticen el acceso a la educación y por otro, que promuevan programas e investigaciones sobre pob­la­ci­ón afroamericana.

Las perspectivas estadounidenses han determinado el des­ar­rollo de los estudios en Latinoamérica, con el importante aporte de los enfoques diversos pero con limitaciones que se visibilizan cu­ando se tratan de aplicar conceptos que responden a la realidad de ese país, que tiene características marcadamente diferenciadas a los demás países de América.

Por ejemplo la definición “afroamerican” o “african american” ha sido utilizada como sinómino de “afroestadounidense.” La gran mayoría de afrodescendientes de América del Sur o del Caribe, no se identifican con esta palabra que es calificada como ‘importada’, porque la sociedad en general- incluyendo a lo/as afroestadouni­denses la utilizan para referirse únicamente a Estados Unidos.”[2]

Las organizaciones afroestadounidenses no han establecido aún lazos concretos con los afrodescendientes de latinoamérica o Cen­troamérica que habitan en Estados Unidos, quienes se en­cuen­tran invisibilizados y son discriminados por ser parte de la “per­i­fer­ia.” Gran parte de la población estadounidense no sólo desconoce al otro (inmigrante- latino), tampoco le interesa con­ocerlos. La may­oría de lo/as afroestadounidenses son parte de la lógica in­di­vidualista, que se centra en los universos personales y or­de­na las vidas según el consumismo y el capitalismo neoliberal.

La pensadora afroestadounidense bell hooks señala que “para las mujeres negras, también es más fácil muchas veces hablar sobre el género e ignorar la clase, porque muchas de nosotras no nos hemos desposeído de nuestro apoyo al capitalismo y de nuestro anhelo de lujos. Creo que una cosa es disfrutar de la buena vida, de la belleza, y de las cosas y otra muy distinta apoyar el asesinato de otra gente para poder tener un bonito coche y otros capri­chos”

En este contexto la utilización del término afrodescendiente en vez de afroamericano, encuentra sustento y espacio de afirma­ci­ón en la población latinoamericana, que siente reflejada su ascen­den­cia. Este término señala claramente que la ascendencia af­ricana en las Américas fue consecuencia directa de la diáspora ocasionada por el crimen de la esclavitud y su utilización permite el desarrollo de estrategias más efectivas en el marco de derecho internacional y la implementación de acciones afirmativas.

Individualidad versus colectividad

En países donde existe mayor mestizaje y presencia indígena, las agendas de los movimientos son débiles y están referidas aún a la consecución de derechos fundamentales y reconocimientos leg­is­­lativos, evidenciándose grandes brechas con relación a Esta­dos Unidos.

Nos hemos desviado del tema para poder explicar cómo los mov­imientos sociales y el contexto diferenciado de mestizaje y “afro­inidianidad”—como dice Chucho García—ha determinado las perspectivas de los estudios en América del Sur con relación a Estados Unidos y que resulta necesario repensar en las per­spec­ti­vas que respondan a los procesos históricos de las regiones.

Perspectivas en la Región Andina.

En América del Sur, encontramos diversos avances que se rela­ci­onan también con el número de población y con los procesos po­lít­icos de los movimientos sociales. En Colombia, por ejemplo, es a partir de la famosa Ley 70 que se reconoce de manera clara a los pueblos afrocolombianos y por consiguiente permite el desarrollo de otras políticas públicas. El Ministerio de Educación promueve una política denominada “Cátedra Afrocolombiana” y “Etnoeduca­ción” mediante el Decreto 804 de 1995, “el gobierno Nacional reg­la­mentó la atención educativa a los grupos étnicos, fijando como regla general la etnoeducación, la territorialidad, la auto­nom­ía, la concepción de vida de cada pueblo y su historia e iden­ti­dad según sus usos y costumbres”[3]En octubre del presente año la Uni­ver­si­dad del Cauca realizará el Coloquio sobre Estudios Afro­co­lom­bi­anos que tiene como objetivo “conocer cuales han sido los des­ar­rollos obtenidos hasta el momento en el campo de los estudi­os aca­dém­i­cos sobre el tema, y elaborar a partir de ellos un estado de la cuestión.”[4]

En el caso de Ecuador existe un programa de la Universidad Si­món Bolívar que tiene una especialización con perspectiva de la re­g­ión andina. Perú y Bolivia son los países donde no se identifica un may­or avance al respecto, lo que consideramos tiene como limi­tan­tes: la debilitada organización de sus movimientos políticos que no han logrado consolidar un movimiento que plantee polític­as púb­li­cas en educación que garantice por un lado el acceso de los afro­de­scend­i­entes, y por otro el desarrollo de líneas de investiga­ción.

En el caso del Perú al ser uno de los ejes del poder colonial po­de­mos encontrar importantes investigaciones históricas o historio­grá­ficas con énfasis en las características del tráfico esclavista. Pero no podemos afirmar que existe una corriente de estudios afro­péru­an­os que debata sobre lineamentos que construya una agenda con ejes temáticos que respondan a la necesidad de producción de con­o­ci­miento como a los tantos vacíos de las ciencias sociales.

Uno de los retos es fortalecer el pensamiento crítico que co­loque la experiencia particular de los descendientes de la diáspora y la determinación de los procesos de mestizaje e indigenismo en los procesos de resistencia, con características diferenciadas del pen­samiento afronorteamericano .

Es decir, un pensamiento que no sea la actualización del pen­sa­mi­en­to europeo, estadounidense sino — como señala Walter Mignolo — “la desconolización del conocimiento partiendo desde nu­estra experiencia histórica.”[5] En su propuesta de desconoliza­ción del pensamiento Mignolo plantea tres preguntas que resulta in­teresantes colocarlas como puntos de partida para una reflexión profunda: ¿Qué tipo de conocimiento queremos/necesitamos pro­du­cir y transmitir? A quienes y para qué? ¿Qué métodos/teorías son relevantes para el conocimiento que queremos/necesitamos pro­ducir y transmitir? ¿Con qué fines queremos/necesitamos pro­du­cir y transmitir tal tipo de conocimiento?

Es importante que exista un diálogo entre los movimientos so­ci­ales afrodescendientes y los académicos interesados en estos es­tudios. Resulta común encontrar a ‘negrólogos’ es decir, a in­vest­i­ga­dores que toman a lo ‘negro’ como objeto de estudio, basándose en concepciones racistas, naturalistas y cosificadoras.

Es por eso que la propuesta puede estar orientada a tener una per­spectiva de análisis étnico racial aplicable a cualquier tipo de in­vestigación. Es decir, tener en cuenta siempre cómo las difer­en­cias ét­nico raciales determinan los procesos, enfoques y las teorías so­bre las cuales se basa la producción de conocimiento con­tem­po­rá­­nea.

En ese sentido ¿cuál es el rol de lo/as investigadores en la pro­ducción de conocimiento? ¿Es posible pensar desde la afrodes­cen­den­cia sin remitirse a la determinación del proceso esclavista? ¿Ex­is­te una cosmovisión y paradigmas de lo/as afro­des­cen­dientes de la di­áspora que permita la (re)germinización del pensamiento amer­i­cano desde esta perspectiva?

El promover la articulación y el debate de las perspectivas de­berá tomar en cuenta la determinación del mestizaje en la re­con­fig­uración de la nación péruana y de la población afrodes­cendi­ente a partir del siglo XIX — como señala Marcel Velásquez — la cul­tura pigmentocrática latinoamericana que califica a una persona como “negra” dependiendo de cuán oscura sea su color de piel.

Una de las propuestas aplicables a contextos como Péru y Bolivia puede ser entonces debatir sobre las perspectivas que pue­den tener los Estudios sobre población afroandina, que podrían den­o­minarse, afroamericanos, afropéruanos, de diáspora africana, o en el mejor de los casos reconfigurar las bases epis­té­mi­cas que po­drán ir desde lo que denomina Jesús García como afro­epis­te­mol­o­gía hasta el retomar los enfoques diásporicos para acercarnos a re­in­ter­pretaciones que tomen en cuenta la cultura pigmentocrática de nuestros países.[6]

Endnotes


  1. Jesús García, “‘Chucho.’ Encuentro y desencuentro de los ‘saberes’ en torno a la africanía ‘latinoamerica,’” in Cultura, politica y sociedad: Perspectivas latinoamericanas, ed. Daniel Mato (Buenos Aires: CLACSO, 2005), 359–77.
  2. bell hooks, “Challenging Capitalism and Patriarchy,” Z Magazine, December 1995.
  3. Cecilia María Vélez White, “Documento No 2 Cátedra de estudios afrocolombiaños,” Misterio de Educación Nacional, October 2004.
  4. Universidad del Cauca, Centro de Educación abierta y a distancia (CEAD), Grupo de Investigaciones para la Etnoedcacion (cead@ucauca.edu.co), Primer Coloquio de Estudios afrocolombiaños.
  5. Walter Mignolo, en enrevista con Catherine Walsh, in Indisciplinar las ciencias sociales. Geopolíticas del conocimiento y colonialidad del poder. Perspectivas desde lo Andino, ed. C. Walsh, F. Schiwy, and S. Castro-Gómez (Quito: UASB/Abya Yala).
  6. Marcel Velásquez, Las máscaras de la representación. El sujeto esclavista y las rutas del racismo en el Perú (1775–1895) de Castro(Lima: Fondo Editorial de San Marcos y Banco Central de Reserva del Perú, 2005).

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